martes, 28 de abril de 2009

Los orígenes del Pueblo Judío y El exilio de Babilonia

Los Orígenes del Pueblo Judío

La literatura bíblica y la investigación arqueológica ofrecen la primera información respecto a la historia del judaísmo (véase Biblia). En un principio, Israel no era monoteísta, sino más bien henoteísta: a pesar de que ellos adoraban a un solo Dios, no negaban la existenci

a de otros dioses en el caso de otras naciones.

El pueblo de Israel, antes del exilio, fue primero una confederación de tribus, y más tarde un reino. Celebraban, como una de sus primeras experiencias históricas, el fin de la esclavitud a la que los habían sometido los egipcios, y muy especialmente la conquista y asentamiento en las tierras de Canaán (tierra de Israel). Su máxima deidad era Yahvé, el dios de los patriarcas que había sacado a los israelitas de Egipto, guiándolos hasta la Tierra Prometida. La religión israelita estaba íntimamente relacionada y enfocada hacia su dependencia agrícola. Se creía que Yahvé era el dueño de la lluvia que podía garantizar una cosecha fructífera o hambrunas, sequías y pestilencia si la comunidad se mostraba poco creyente y obstinada. A pesar de esto, el pueblo de Israel, en su vida normal, se veía a sí mismo como dependiente de Dios y se obligaban a responderle con sacrificios u ofrendas propiciatorias. A medida que fue pasando el tiempo, el culto se centró en el santuario real de Jerusalén, que más tarde rivalizaría con los santuarios de Betel y Dan en el norte. La oposición al culto sincretista que se practicaba, tanto en los santuarios del norte (reino de Israel) como en los del sur (reino de Judá), y a las injusticias sociales que existieron durante el periodo de la monarquía, fue proclamada por los profetas, ‘hombres carismáticos de Dios’. No rechazaban los sacrificios del culto en sí mismos. Rechazaban solamente aquellos que veían que eran exclusivamente un pago personal, y que por lo tanto ignoraban egoístamente la dimensión moral de la sociedad israelí. Estas advertencias fueron justificadas cuando, primero el reino del norte y luego el del sur, fueron destruidos por conquistadores extranjeros.

El exilio De Babilonia


El exilio del pueblo de Judá a Babilonia en el 586 a.C., fue un hito histórico para la religión de Israel. A partir de entonces, la historia de Israel fue reinterpretada a la luz de los acontecimientos del año 586; desde ese momento se fijó el Pentateuco y los cánones de los libros proféticos e históricos del Antiguo Testamento. Los profetas Ezequiel e Isaías creían que Yahvé se había servido de Babilonia para castigar a los israelitas por sus pecados y que, por lo tanto, Él tenía el poder de liberarlos del cautiverio, si es que se arrepentían. Se desarrolló una verdadera religión monoteísta, en la que el Dios de Israel era visto como el Dios que dirigía la historia universal y el destino de todas las naciones. La esperanza mesiánica que surgió a partir del exilio de Babilonia, para lograr restaurar el reino de Jud á bajo el liderazgo de un vástago de la estirpe de David, parece justificarse plenamente cuando Ciro II el Grande, después de conquistar Babilonia en el 539 a.C., autorizó la repatriación del pueblo subyugado y la restauración del Templo. Sin embargo, el restaurado Estado de Judá no logró alcanzar totalmente esta esperanza, porque los persas no permitieron el restablecimiento de la monarquía de Judá, sino únicamente el establecimiento de un estado administrado por un sumo sacerdote.